sábado, 6 de octubre de 2018

Día Octavo (1-4 Sep.)

Día octavo es una sección semanal dedicada al repaso del mundo del fútbol. Hay días tontos y fútbol todos los días, por lo que la cantidad de partidos perceptibles de análisis es bastante gruesa. Aquí no se comentará el partido más elitista ni el que más focos acapare, sino el que a mí me parezca que tiene más contenido para hablar de algo que muchas veces se nos olvida, el fútbol. También podrán entrar según que temas aislados con el fin de abarcar la idea general del mayor número de equipos y/o jugadores. Entrarán en consideración partidos de La Liga, Champions League, Europa League, Premier League y Calcio por orden de capacidad de visionado. 
Real Betis 3-0 Dudelange (4/8/18)
Puede ser una opinión impopular. Porque es el equipo de Europa que más posesión de balón acumula, porque la mayoría de esta posesión es en campo contrario, porque vemos a sus centrales ocupar zonas de tres cuartos en zona posicional y porque tiran mucho. Pero con todo, el Betis de Quique Setién 2018-2019 es un conjunto defensivo.


Los equipos defensivos no se caracterizan todos por formar un bloque bajo y despejar balones, aunque esa sea la imagen que perdurará siempre en nuestro imaginario futbolístico. Un equipo defensivo es aquel que arriesga poco, esperando a que el que arriesgue sea el rival para aprovechar los errores a los que conduce dicho riesgo. Y el Betis durante los 90´que han conformado las primeras partes ante Dudelange y Leganés ha usado la posesión de forma mezquinamente defensiva, porque esa posesión no conllevaba ningún tipo de riesgo, y el fútbol ofensivo tiene que ser riesgoso.

Porque por mucho que se diga, que Bartra pise zona de interiores no significa una acción ofensiva si el fin de esta es controlar la segunda jugada y no agredir al rival. Porque dársela una y otra vez a Barragán para que centre sin ventaja esperando a que el centro sea de calidad es una acción estéril. Los cuantiosos tiros lejanos que ejecuta el Betis a lo largo del partido son cobardes, porque aunque puedan convertir al que lo hace en héroe, buscan no convertirle en villano si pierde un pase entre líneas que pueda acabar en contra rival.

Ante esto, un Dudelange que como primer representante de Luxemburgo en una fase final de competición europea trataba de salir por abajo y que ya en los primeros cinco minutos creó más inquietud en la portería verdiblanca que la que iba a sobrevolar la suya en toda la primera parte. Salir desde atrás en raso tras recuperación no es fútbol ofensivo, pero si que es fútbol valiente porque arriesga pérdida cerca de portería y te obliga a salir con más efectivos que lanzar en largo hacia tu última línea de atacantes.
Espero que no se me malinterprete, la posesión defensiva del Betis no es mala per sé. De hecho, es una respuesta más que coherente de un equipo que la temporada pasada tenía unas pretensiones de verticalidad desmedidas para su calidad física. Lo nocivo es que esta posesión sea completamente estéril y no dote de ventajas a ninguna de las piezas del sistema ofensivo, por mucho que al Betis lo defiendan como a un grande. Algo que, por suerte, cambió en los segundos 45´del Villamarín.

El sector fuerte del Betis pasó a ser el izquierdo. Y lo fue tanto para aglutinar balón como para cargar el área. La clave fue la posición alzada de Sidnei, que si Tello tenía el balón pegado a banda tiraba un desmarque de ruptura en el pico del área enfocado a que Inui recibiese por dentro y se pudiese girar. Si el balón cambiaba de sector -algo que rara vez llegaba a pasar en el primer tiempo- los movimientos del central brasileño iban enfocados a retrasar un poco su posición para dar vuelo a Tello y que ganase línea de fondo o bien cargar el segundo palo si leía que se iba a producir un centro. A través de esta última acción el Betis comenzó a inquietar la portería rival hasta que tumbó el muro. Cierto es que durante estos primeros minutos de la segunda parte el Dudelange se escapó en alguna contra, pero no es nada que no hubiera pasado en el primer periodo. Riesgo-recompensa de manual.

De la consecución del gol de Sanabria al pitido final se vio a un Betis recogiendo los frutos de su trabajo. Porque es un equipo al que le cuesta mucho perder el balón, y esto crea nerviosismo en casi cualquiera. Así que cuando llegó el minuto 80 y con el Dudelange a tumba abierta los de Heliópolis aprovecharon las entradas de un brillante Joaquín y un exuberante LoCelso para darse un atracón de moral en el Villamarín. 

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