Sin embargo hay un medidor que hace de termómetro perfecto
para comprobar la salud laboral de un país, al menos en lo que se refiere a la
satisfacción de los trabajadores, la huelga. La huelga es el instrumento más
efectista, aunque también un arma de doble filo, que tiene el asalariado dentro
del sistema capitalista. Si esta va acompañada de manifestaciones la
visualización ayuda, pero su mayor utilidad es la congelación de la producción.
Mirar los datos referentes a este derecho fundamental del trabajador y
separarla por sectores nos habla de la salud del sistema económico (de la
totalidad del sistema) más que cualquier otro número.
Haciendo un análisis rápido de los números que ha presentado
España en los últimos diez años hay varias cosas a comentar. La primera es que
el pico que supuso 2009 deja a las claras que fue el primer año en el cual el
grueso de la población fue consciente de la gravedad de la crisis económica.
Fue la primera y última vez que se han sobrepasado el millar de huelgas
realizadas en nuestro país, superando ampliamente a cursos anteriores. Otro
detalle que llama la atención es que 2011, el año del 15M, vio como bajaba el
número de huelgas en 200 convocatorias con respecto a 2010. Pero el 15M fue un
movimiento que ciertamente impulsó el movilismo de la población trabajadora
porque en 2012 se volvieron a registrar números históricos. Rozando la cifra de
las 1000 huelgas convocadas y rozando a 2009 como el año con más jornadas no
trabajadas. También se observa como a partir de 2014, dos años después del comienzo
del gobierno del PP, la crispación laboral se va disipando hasta registrar 641
convocatorias en 2016, el dato más bajo desde 2002. Esto habla de la capacidad
de reacción del gobierno en este apartado.
Una vez analizados datos generales toca centrar la atención
en la evolución de las huelgas según el sector. Y llama la atención que, siendo
la construcción el mayor detonante a nivel nacional de la crisis comenzada hace
ya una década, en 2016 este sector solo registró un 4,1% de las jornadas no
trabajadas por huelga. El sector servicios, con diferencia el que mayor grueso
de representantes tiene, se mantiene estable entre las 200 y las 300 jornadas
no trabajadas de media, excepto en 2012 y 2013, sobrepasando las 500 y las 600.
La construcción superó la centena de jornadas no trabajadas solo en 2009
durante la última década, llegando a equipararse con industria y sector
servicios. La industria es más inestable, llegando a las 684 en 2012. Esto se
debe a que el mercado de la industria, sobre todo la del metal, fue uno de los
grandes damnificados por la crisis¹.
Por último, toca comparar las huelgas generales con otros momentos
de crispación históricos en España. Aunque es complicado hacerlo en su número,
sí que es útil fijarnos en la magnitud. Tomando como referencia la huelga
general de marzo de 2012, la mayor huelga del año más turbulento de la década
en el ámbito nacional, los sindicatos en su momento la cifraron en un 77% de
participación. Siendo un dato altísimo, se queda lejos de la mayor huelga de la
democracia, datada en más de un 90% de la participación el 14 de diciembre de
1988. Una fecha en la que se unieron el contexto de la transición y el gran
poder que absorbían los sindicatos en aquella época en la que se empezaba a
salir de la crisis de los 80².
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