martes, 5 de marzo de 2019

Obituario ficticio Juan Roig

08.10.1949 - 04.03.2019

En 2014 Sebastian Maharg, guionista y músico estadounidense pero con raíces españolas, realizó un fotoreportaje en el que comparaba las calles de Madrid en la actualidad y durante la Guerra Civil española. Aparte de ser consciente del horror que vivieron las calles en las que tú caminas, lo interesante está en ver como el esqueleto de la ciudad sigue igual. En las grandes ciudades los avances tecnológicos y comerciales se ajustan a la ciudad y no viceversa.

Estos cambios se dan de forma paulatina y es por eso que los damos por hecho. Comunicar un pueblo con el centro a través de una red de autobuses o metro, la variedad gastronómica plasmada en restaurantes de distintas nacionalidades o que las tiendas de ultramarinos o establecimientos de alimentación se hayan convertido en “chinos” son cosas que damos por hecho porque, aunque todo haya cambiado, todo sigue igual. Tu barrio sigue siendo el mismo.

Uno de estos casos lo vemos a la hora de llenar la cesta de la compra. Hasta hace no tanto, menos de dos décadas, vivir en la gran ciudad significaba hacer pequeñas compras semanales en ultramarinos o tiendas de barrio, afrontar el gasto que suponía ir a comprar al Corte Inglés y sus derivados o dirigirse a las afueras, muchas veces a zonas poligonales, para comprar provisiones a más de una semana vista de la mano de plataformas que acostumbraban a ser de origen francés.
En nuestros días, no nos resulta extraño que el supermercado se funda con zonas puramente urbanísticas, cerca de centros neurálgicos de poblaciones con miles de habitantes. Y todo esto es gracias a Juan Roig y Mercadona. La cadena del recientemente malogrado empresario valenciano es una de esas cosas que han dado un vuelco a muchas vidas pero que ya damos por hecho. Pero eso no hace que su legado deje de ser valioso.

Mercadona nació en Valencia en 1977 como ampliación de una empresa de distribución cárnica de la que eran dueños Francisco  y Trinidad, padres de Juan. Ya una década después se convirtió en una cadena de ultramarinos reconocida en la comunidad valenciana. De ahí a sus actuales 1600 establecimientos alrededor de España el resto no es historia.

La historia de Juan Roig no es la de un empresario suertudo que haya crecido gracias a épocas de bonanza en su sector, todo lo contrario. La del empresario valenciano es la historia de un empresario que atacó un mercado en tiempos de incertidumbre. Es uno de esos magnates que hacen realidad la afirmación de que es en las crisis donde se hacen las mayores fortunas. Y esta fortuna la hizo acercando el formato de supermercado a la gente, algo tan “sencillo” como eso. Con lo que consiguió que no arqueemos la ceja cuando vemos que cualquier barrio que se aleja mínimamente de lo céntrico o la mayoría de municipios de tamaño medio en España cuentan con un supermercado, Mercadona las más de las veces. O que dejásemos de mirar a las marcas blancas por encima del hombro.

Juan Roig falleció ayer durante un viaje de negocios, y lo hizo formando parte de las altas esferas económicas, siendo dueño de uno de los mayores patrimonios de nuestro país. Pero lo paradójico es que si llegó a ocupar ese escalón fue porque supo acercar su negocio a la gente humilde y hacer que lo diésemos por hecho.

*Este es un obituario ficticio realizado como práctica para la asignatura de Periodismo Especializado en economía y medio ambiente

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