miércoles, 27 de marzo de 2019

Valor y Dinero en el Museo Arqueológico Nacional


Escribo esto un día antes de presentarlo en clase para cubrir la cuota semanal de tareas de la asignatura. No hace ni 24h que miré el campus para descubrir en qué consistía la 8ª tarea de la asignatura Periodismo especializado en economía y medio ambiente. No me había dado tiempo antes. Ante la sorpresa, decidí que esta mañana tenía que ir al Museo Arqueológico Nacional, saltándome clases para ello. Así que he ido por inercia, y diría que me arrepiento de haberlo hecho, pero la jornada de hoy me ha servido para reflexionar.

Lo primero que he descubierto al llegar ha sido que yo ya estuve allí, siendo pequeño, en una excursión con el colegio, lo que inconscientemente me ha retado a mí mismo a recordar las partes de la exposición que quedaban en mi memoria. Obviamente eran las que tenían que ver menos con el legado cultural y más con los restos físicos de nuestra especie y las animales, un niño es más impresionable por un esqueleto que por un plato o una moneda o una piedra tallada. Aunque la exposición seguramente se haya actualizado uno se acuerda de su primer encuentro con un homo erectus.

Y mientras yo intentaba hacer memoria a tiempos pretéritos en presencia del pasado de toda una especie, me he percatado de lo interesante que sería realizar la misma visita que yo he hecho deprisa y corriendo a lo largo de varios días y con el estudio traído de casa. No he disfrutado mi visita más allá de pasar el rato porque no iba con el bagaje ni el tiempo adecuado. Sin embargo, no considero haber perdido el tiempo. Una vez he vuelto a casa he visto un par de vídeos del propio museo en el que se amplían conocimientos sobre los restos arqueológicos que había visto de refilón horas antes.

Esto me ha hecho pensar en los museos a dos niveles. El primero como culmen a una investigación o estudio previo. Ver en directo obras o fragmentos de historia sobre las que has estudiado es muy gratificante y ayuda a asentar este conocimiento. Y el segundo, como semilla de dicho aprendizaje. No estoy orgulloso de no sentirme en disposición de decir nada interesante sobre mi visita al MAN, pero sí que puedo decir que me ha servido como puerta de entrada al conocimiento superficial del legado que presenta, y que los próximos días me tendrá enfrascado en rascar un poco en la superficie.

La otra reflexión, y quizás la más importante, es darme cuenta de que he entrado con el abrigo abrochado hasta arriba y he salido en manga corta bajo un sol de principios de verano y no de primavera. He mirado hacia atrás, pensando en la imposibilidad de que mi legado le llegue a los habitantes del mundo del mañana, porque no habrá mundo que habitar. Dicen que hay que saber de dónde venimos para saber a dónde vamos. Hoy me he dado cuenta de que provenimos de unos seres que comenzaron a desarrollar una inteligencia sobrenatural para el medio que les rodeaba, y que tras cientos de miles de años de supervivencia han decidido dónde quieren ir: a la mierda.

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